Defectos y virtudes de Blake y Mortimer (El Secreto del Espadón/El Misterio de la Gran Pirámide)
- El Deivid
- 16 abr
- 3 Min. de lectura

Con motivo de la salida de los nuevos integrales de Norma que recopilan los primeros trabajos de Edgar P. Jacobs (ya van tres), decido sumergirme en este mito del cómic franco-belga. Nacidos en la propia revista Tintín, parecen ser un intento de llevar este estilo de línea clara a un público un poco más adulto. Historias que evolucionan, que tienen sus virtudes y sus defectos, pero que sin duda han hecho historia dentro del mundo del cómic.
Estamos hablando de unas historias de hace ocho décadas. Historias plagadas de aventura, de sensación de maravilla, thriller político y bélico. En este integral nos encontramos con las dos primeras historias de esta peculiar pareja de personajes. El Secreto del Espadón y El Misterio de la Gran Pirámide. Aquí vamos a conocer a sus protagonistas. Por un lado, el capitán Francis Percy Blake, galés, oficial de Su Majestad y antiguo piloto de la Royal Air Force y del MI5. Por otro, Phillip Angus Mortimer, físico nuclear escocés formado en la India. Dos personajes que comparten apartamento (como Sherlock Holmes y el Doctor Watson) y que, al igual que la pareja de Conan Doyle, comparten un archienemigo presente en prácticamente todas sus historias, el coronel Orlik. Dos personajes que comparten ciertos rasgos, pero que contrastan en sus personalidades.

Más allá de los personajes, uno de los grandes aciertos de estas historias es la profundidad de sus tramas. Tanto en el Espadón como en la Gran Pirámide, veremos cómo se precipitan los acontecimientos con un ritmo vertiginoso. Un ritmo que ni siquiera la gran cantidad de textos (tanto diálogos como cartuchos explicativos) consiguen entorpecer del todo. Son historias en las que no paran de pasar cosas. Historias en las que la acción cobra un gran protagonismo. Es cierto que Jacobs abusa de los textos (algo que poco a poco se intentará subsanar más adelante), sobre todo porque se pueden hacer repetitivos, redundantes con lo mostrado en los dibujos, pero a pesar de ello, las historias fluyen con bastante naturalidad. También es cierto que, al ser tramas complejas con una infinidad de personajes secundarios, hay veces que es fácil perderse entre tanta información (más allá de algún fallo de guion aislado, probablemente debido a la serialización de las historias).

También es cierto, y hay que entender el contexto de su publicación (el contexto lo es todo) que son historias que pecan de ciertas problemáticas que hacen que no hayan envejecido tan bien como otras. La no existencia de personajes femeninos. El ardor imperialista. El racismo implícito y explícito. Y hay que reconocer que incluso en El secreto del Espadón, la más política de las dos, hay cierta intención de alejar de la situación del momento el entorno geopolítico propuesto. A pesar de que hoy nos chirría muchísimo que el gran antagonista sea el “imperio Amarillo”, no hay una crítica implícita a ninguno de los grandes bloques surgidos tras la resolución de la segunda guerra mundial. A pesar de que sí que se ensalzan ciertos valores del imperialismo británico, de ese “occidente civilizado”, a pesar de ciertos sesgos raciales y clasistas que podemos apreciar a simple vista, no parece que haya detrás una agenda política. Sí, nos encontramos ante unos personajes y unas historias de corte mayoritariamente reaccionario, pero tampoco estamos ante un panfleto o un discurso esencialmente dogmático.
Blake y Mortimer es un cómic que juega a ser un gran cómic de aventuras, más allá de sus contextos o escenarios. Brillantemente desarrollados en su mayoría. La aproximación científica y documentación de El Misterio de la Gran Pirámide es remarcable. El amor por la egiptología y la arqueología es algo patente en esta historia. Nos encontramos ante una trama muy entretenida, llena de acción, de humor y de cierto rigor histórico que le da a la propia historia mucho peso.

El estilo gráfico de Jacob, al mismo tiempo deudor y precursor de la línea clara, quizás iniciada con Tintín, es una maravilla. La narrativa funciona a la perfección. La composición de las viñetas es correcta (más allá de ciertos cambios de eje que hoy no entenderíamos) brillante en algunos casos. El trabajo de color, a pesar de su carácter plano, funciona muy bien y nos mete de lleno en la historia que se quiere contar.
Unas historias entretenidas, llenas de aventura, acción y emoción. Con unos personajes en constante evolución. Con unas tramas profundas y complejas. Y sí, con sus virtudes y sus defectos. En todo caso, precursoras de toda una industria, en su vertiente más adulta, quizás, de lo que hoy conocemos como la BD franco-belga.


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