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El Asombroso Spider-Man de Steve Ditko

Actualizado: 11 abr

Amazing Spider-Man #33
Amazing Spider-Man #33

Una de mis asignaturas pendientes era la lectura del Asombroso Spider-Man de Steve Ditko y Stan Lee. Gracias a la nueva Biblioteca Marvel de Panini, he tenido la oportunidad de sumergirme en esos primeros números. Números embrionarios que crearon un mito y sentaron los cimientos de uno de los personajes más populares de la historia del cómic.

 

Corría el año 1961. De las cenizas de la antigua Timely nacía Marvel Comics. Tras el éxito de los primeros números de los Cuatro Fantásticos, Stan Lee tuvo una idea. Una idea que compartió con Martin Goodman, primo político y dueño de la editorial. ¿Pero cómo iba a crear una serie propia protagonizada por un adolescente y además relacionado con una araña? ¡Pero si todo el mundo odia las arañas! Stan Lee no cejó en su empeño y en 1962 tuvo su oportunidad. Con el cierre ya programado de la revista Amazing Fantasy, incluyó una historia completa, en el número quince, protagonizada por Peter Parker, el Asombroso Spider-Man. Dicho número fue encargado a Steve Ditko. El resto ya es historia. Las copias de ese número se vendieron como rosquillas y Goodman tuvo que dejar de lado su aracnofobia y rendirse ante la evidencia. Había nacido un mito.

 

Aunque el desarrollo y gran parte de las características del hombre-araña fueron definidas por el propio Ditko, hay que reconocerle a Lee algunos aciertos clave del personaje. Que fuera un adolescente y no fuera compañero de otro héroe. Que tuviera problemas de sociabilidad y económicos. Que se llamara Spider-Man. A pesar de todas las contribuciones de Ditko, no fue reconocido como co-guionista hasta el número 25. Las tensiones entre los dos creadores debieron ir in crescendo. Se dice que apenas había comunicación entre ambos. Se dice que tuvieron varios encontronazos a la hora de interpretar al personaje. Se dice que la posición objetivista de Ditko chocaba frontalmente con el carácter liberal de Lee. Las cosas terminaron por estallar en 1966, cuando Ditko cogería sus lápices y abandonaría Marvel de la noche a la mañana.

 

Durante estos primeros números vamos a apreciar un patrón en las historias. Un patrón que se puede observar también en otras series de la época. Método Marvel en estado puro. Plantilla de historia, en la que Peter se enfrenta a algún delincuente de poca monta, luego vemos algo relacionado con su vida privada, para más tarde descubrir un gran villano que amenaza la seguridad de Nueva York. Resulta curioso que, a pesar de la rigidez de estas plantillas, las historias fluyan con naturalidad, resultando entretenidas aún hoy en día.

 

En estos primeros números nos encontramos con un Peter Parker retraído, incluso mohíno en algún momento. Un solitario. Un apestado social. Un auténtico individualista. El drama de la pérdida de su tío Ben lo marcará para siempre, consiguiendo que decida usar sus poderes en beneficio de la humanidad. Tal y como le gustaba a Stan Lee, Spider-Man es un héroe con pies de barro. Falible. Humano. Un héroe que descubre el alcance de su poder poco a poco y que durante la mayoría de su tiempo se dedica a asaltar a criminales de poca monta y a aguantar las burlas y desprecios de sus compañeros de instituto. Pero Peter evoluciona. Se gradúa (algo con lo que Ditko no estaba muy de acuerdo). Intenta socializar. Hace chistes siempre que puede, lanzando telarañas y puyas por igual a sus enemigos. Tiene que buscarse la vida, cuidar de su anciana tía May y lidiar con los estudios, en los que sobresale. Aguanta estoicamente cómo parte de la sociedad desconfía de él por culpa de los editoriales incendiarios de J.J. Jameson, tirano para que el precisamente trabaja.

 

En todos estos números (hasta la llegada de John Romita) y prácticamente igual que en el resto de los cómics de ese momento, con la quizás excepción de los

X-Men, asistimos a un machismo social que se refleja en los personajes femeninos. Tenemos, por ejemplo, a Betty Brant, primer amor de Peter, compañera del Daily Buggle. Celosa, posesiva e insegura. Liz Allan, compañera de Peter en el instituto, personaje plano y trivial que servía para dar celos a la buena de Betty. Es cierto que hay cierto contrapunto en el personaje de la tía May, a la que Peter tiene que cuidar; no obstante, es un personaje ultra protector que menosprecia totalmente las capacidades de su sobrino.

 

Un campo en el que sí que sobresalieron Lee y sobre todo Ditko, fue en la creación de una galería de villanos en su mayoría aún vigente hoy en día. Los diseños de personajes como el Lagarto, Electro, el Hombre de Arena, Kraven el Cazador, Misterio, el Buitre, Morbius, Camaleón, el Escorpión, el propio J. J. Jameson, el Duende Verde o sobre todo el Doctor Octopus son fascinantes. Una galería de villanos que muchos héroes desearían. Todos ellos creados por el genio de Ditko. Personajes vigentes hoy en día, que siguen haciéndoselas pasar canutas a nuestro querido y amistoso vecino.

 

Otro acierto de esta etapa embrionaria que quedaría ya vigente para siempre es el carácter urbano del personaje. Difícil saber si fue una idea de Lee o del propio Ditko, el caso es que la ciudad de Nueva York es el escenario natural del personaje.

Spider-man puede enfrentarse a todo tipo de amenazas, pero su labor principal es defender a su ciudad.

 

Grandes rascacielos por los que poder trepar y balancearse, callejones estrechos plagados de criminalidad, policías heroicos de los que Peter tiene que huir por si las moscas. Quizás este tipo de escenarios tuvieran algo que ver con el carácter objetivista de Ditko. No hay pruebas de que durante estos años el dibujante estuviera metido realmente dentro de esta filosofía (fue el propio Stan Lee el que le introdujo a la obra de Ayn Rand), lo que sí que está claro es que años después dedicó toda una colección a ensalzar esta ideología (Mr. A). También quedan patentes sus tendencias individualistas y pro-capitalistas. La crítica del individuo hecho a sí mismo, sin necesidad de ayuda (Peter Parker) frente al que necesita la validación y apoyo de las masas para sustentar su poder (J.J. Jameson). También debía haber algo de crítica hacia el propio Stan Lee en la figura de Jameson (un tirano tacaño que se aprovechaba del trabajo de los demás). En todo caso, y a pesar de ciertas contradicciones, fruto quizás de las aportaciones del propio Lee, durante estos primeros 38 números destaca el carácter ideológico de Ditko. Se dice, se rumorea, que uno de los posibles disparadores de la salida de Ditko de la editorial fue la identidad del Duende Verde. Ditko no hubiera visto con buenos ojos que un empresario hecho a sí mismo como Norman Osborn fuera el villano tras la máscara del Duende.

 

Polémicas aparte, el trabajo tanto de estilo como narrativo de Steve Ditko, no sólo definió a Spider-Man, sino que lo llevó a una de las cotas más altas de su iconicidad. No hay postura (con permiso de Todd McFarlane) que no hubiera dibujado antes Ditko. Además, su narrativa, casual y fluida, hacen de estos cómics algo mucho más asequible para el público actual que alguno de sus coetáneos. A pesar de los a veces farragosos bloques de texto de Stan (que también está aquí más gracioso que en ningún otro cómic que hubiera dialogado), a pesar de su manía de contar antes que mostrar, a pesar de las plantillas de argumento, la lectura de estos primeros números de Amazing son tremendamente entretenidos. Y eso es gracias al excelente trabajo de Ditko a los lápices.

 

Los primeros 38 números de Amazing Spider-Man (y el Amazing Fantasy 15, no nos olvidamos de él) nos han traído alguno de los momentos más memorables de la historia de Peter Parker. La picadura de la araña radioactiva. La pasividad de Peter frente a un criminal, que luego termina matando a su tío Ben. Los constantes conflictos con J.J. Jameson. Las primeras apariciones de villanos como el Buitre, el Duende Verde, Misterio o el Doctor Octopus. Sus escarceos amorosos con Betty Brant. Su paso a la universidad, donde coincidirá de nuevo con Flash Thomson, el mayor fan de Spider-Man pero bully a tiempo parcial del bueno de Peter Parker. La primera aparición de Gwen Stacy. El juego constante con la figura de Mary Jane Watson (que no se revelará hasta la llegada de Romita). Y quizás una de las imágenes más icónicas de la historia del personaje: Spider-Man levantando el peso de los escombros metálicos en los que estaba atrapado, semihundido en el en el final de la saga del Planeador Maestro.

 

El diseño del personaje, sus posturas y balanceos, su origen humilde, su carácter urbano y sus toques de cotidianeidad han persistido en Spider-Man a lo largo de su historia. Stan Lee, pero sobre todo Steve Ditko, no sólo sentaron las bases del mito, lo definieron prácticamente tal y como lo conocemos hoy. Otros maestros llegaron después, aportando cada uno ciertos detalles, pero el grueso de la esencia de Peter Parker fue gracias al trabajo de Ditko.


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