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Érase una vez en el fin del mundo (o qué leer durante el gran apagón)


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Edición original: Boom! Studios

Edición española: Planeta Cómic

Páginas: 184

Precio: 20€


Pocas experiencias tan meta he vivido como la lectura de Érase una vez en el fin del mundo el día del gran apagón en España. Eran las doce y media pasadas. Se había ido la luz. Miré el cuadro eléctrico, pues pensaba que había saltado algún diferencial, pero no era así. Salí de mi piso y verifiqué que tampoco había luz en el portal. La vecina del A salió también de su piso y me preguntó: ¿tampoco tienes tú luz?, no, contesté, parece que es en todo el edificio. Me puse a bucear por Bluesky y me di cuenta, con una mezcla de excitación y miedo que el apagón estaba afectando a todo el país. Zaragoza. Bilbao. Murcia. Valencia. Las noticias llegaban con cuentagotas. Se hablaba de ciberataque. Se hablaba de que estaba afectando también a Portugal y a parte de Francia. ¿Qué narices? ¡El fin del mundo!


Así que miré la pila de pendientes y vi que me estaban esperando los primeros cinco números de Once upon a time at the end of the world. Obra que compré poco a poco, mes a mes, a través del previews y que, por lo que sea, había permanecido inmutable en mi pila de lectura. ¡¿Qué mejor momento para ponerme a ello?! Quería darle prioridad a esta historia desde hacía días, ya que vi que ya se había publicado en castellano, pero es que el día de ayer era perfecto para sumergirme entre sus páginas. Desde que salió anunciada en Estados Unidos no tuve dudas y comencé a comprarla. Tenía muchas ganas de ver de qué era capaz el Jason Aaron que tanto me gustó en Thor en una independiente. Todo lo independiente que pueda ser una editorial como Boom!. Reconozco que no he leído su Scalped, obra de la que todo el mundo habla maravillas y quería ver qué voz podía aportar el de Alabama frente a una historia de corte apocalíptico.


Érase una vez en el fin del mundo es básicamente una historia de amor. ¡Y vive el cielo que nos gustan las historias de amor apocalíptico! Un encuentro fortuito entre dos personajes destinados a encontrarse. Una crítica feroz a ciertos valores ultraconservadores y una historia de aventuras en el sentido más amplio de la palabra.


Con este primer arco de cinco números (son quince en total en la edición americana) asistimos a la creación de mundo y la presentación de los personajes principales y sus tramas. Dos supervivientes que se encuentran en una historia que, a través de saltos en el tiempo, nos muestra que estarán vinculados de una forma o de otra durante mucho tiempo. Es precisamente esta creación de mundo, este mundo apocalíptico, una de sus mejores bazas. Tirando un poco de aquí y de allí, Aaron consigue crear un universo personal, particular, en el que el origen de este fin del mundo no está explicado (o está aún por explicar). Sus dos personajes protagonistas están muy bien construidos, bien armados, con unas personalidades compactas y con lo que intuimos será una buena evolución de los mismos.


Aaron nos cuenta la historia de una huida. Una huida y un encuentro. Un encuentro entre dos personalidades que no podrían chocar más. Número a número, escena a escena, nos cuenta cómo evoluciona la relación entre ellos y nos arroja datos sobre su pasado. Sobre sus motivaciones. Sobre el porqué de su momento vital. Todo ello acompañado por un mundo salvaje y letal, un escenario perfectamente armado que narrativamente funciona de forma orgánica. Vamos a descubrir ciertas facciones, ciertos elementos de quiebro, y de origen por así decirlo. Algo que no quiero comentar para que lo descubras en su lectura si te animas a acercarte a ella.


De fondo, una gran crítica a ciertos valores reaccionarios. Un buen repaso contra el fanatismo. Un canto a favor de la diversidad, de lo raro, de lo no normativo. Aaron dispara a matar en unos tiempos en los que no está de más sacarle las vergüenzas a determinado tipo de filosofías. Sentido del humor y sátira de la mano de unas buenas dosis de empatía, sentimiento y corazón. Y todo ello bañado por una serie de escenas de acción perfectamente llevadas a cabo por el resto del equipo creativo.


Son tiempos extraños los que nos está tocando vivir. Nunca hubiera imaginado que me vería a mí mismo durante un apagón energético nacional leyendo Érase una vez en el fin del mundo...

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